4 de junio de 2018
Sede de la OEA
Washington, D.C.
SECRETARIO POMPEO: Gracias. Gracias, Secretario General Almagro y a su equipo, por organizar esta 48ª Asamblea General de la OEA. Estamos increíblemente agradecidos por su liderazgo.
Es un placer estar aquí en la OEA por primera vez como Secretario de Estado de los Estados Unidos de América, y estoy encantado de reunirme hoy aquí con muchos de mis colegas Ministros de Relaciones Exteriores.
También quisiera reconocer el gran trabajo de nuestro representante permanente, el Embajador Trujillo, y a su equipo, y — así como a todos aquellos — el trabajo de los representantes permanentes ante la Organización de los Estados Americanos.
Antes de continuar, me gustaría expresar nuestra solidaridad con el pueblo guatemalteco y enviar nuestras condolencias a las familias y seres queridos de quienes perecieron como resultado de la erupción del volcán en Guatemala el domingo.
Tal como hicimos cuando este organismo se reunió por primera vez hace 70 años, los Estados Unidos sigue otorgando un gran valor a la OEA y su papel en forjar un hemisferio que se distinga por la democracia, la paz, el respeto a los derechos humanos y la cooperación. Todos debemos hacer nuestra parte para fortalecer a la OEA con el fin de tratar con eficacia los desafíos a nuestros valores que enfrentamos juntos hoy y, por supuesto, aquellos a los que nos enfrentaremos en el futuro.
Me gustaría agradecer a nuestros colegas estados miembros por su apoyo a la decisión de la Asamblea General del año pasado de reducir la dependencia de la OEA de un solo estado miembro: el mío. Este es un paso importante enraizado en el aumento de la aceptación y el reparto de la carga para lograr nuestros objetivos compartidos. Este año espero que podamos adoptar de común acuerdo un plan para implementar esta decisión con el fin de colocar a la OEA sobre una base de financiamiento más sostenible.
En cuanto a enfrentar los desafíos compartidos en la región, en la Cumbre de las Américas nuestros líderes acordaron medidas para combatir la corrupción, un cáncer que destruye los cimientos de la democracia y ahoga los sueños de nuestros ciudadanos. Debemos continuar mejorando la transparencia en la contratación pública y gubernamental, y exponer y enjuiciar a los funcionarios corruptos.
Las organizaciones delictivas transnacionales (TCO) matan a nuestra gente, desestabilizan nuestras sociedades y desafían nuestras instituciones democráticas. Los Estados Unidos no se quedará como espectador. Continuaremos cooperando con nuestros homólogos mexicanos y con los líderes del Triángulo del Norte para construir sobre nuestros logros al abordar los factores que impulsan la inmigración ilegal y el tráfico ilícito.
Nuestra lucha para aplastar estas TCO continuará con la implementación de la Iniciativa de Seguridad de la Cuenca del Caribe. También continuaremos buscando el Caribe 2020, nuestra estrategia centrada en — nuestra estrategia para mejorar la participación del Caribe en las áreas de seguridad, diplomacia, prosperidad, energía, educación y salud.
Los desastres naturales del año pasado han puesto a prueba la resistencia de nuestra gente. Los Estados Unidos se enorgullece de ayudar a los países de la OEA a recuperarse después de tales tragedias. Una de las formas en que lo estamos haciendo es ayudando a las pequeñas empresas de la vital industria turística caribeña a recuperarse después de los huracanes.
Hoy en Cuba, vemos una expectativa de que el cambio es inevitable y que no está llegando lo suficientemente rápido. Los jóvenes cubanos nacidos bajo una dictadura no están interesados en vagos lemas revolucionarios. Exigen oportunidades educativas libres de restricciones políticas o de la represión de un régimen totalitario. Quieren lo que quieren los jóvenes de todo el mundo: oportunidades para usar sus talentos, hacer escuchar su voz, alcanzar su potencial y construir un futuro brillante para ellos mismos. Como sociedades democráticas, debemos apoyar a los jóvenes de Cuba y de otras partes del hemisferio en sus esperanzas de un cambio democrático.
En Nicaragua, la policía y los grupos armados controlados por el gobierno han matado a docenas, simplemente por protestar pacíficamente. Me hago eco de lo que dijo el Vicepresidente Pence en este mismo edificio el 7 de mayo: “Nos unimos a naciones de todo el mundo para exigir que el Gobierno de Ortega [responda] a las demandas del pueblo nicaragüense de reformas democráticas y de que rindan cuentas los responsables de la violencia”. Los Estados Unidos apoya el trabajo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y lo que está haciendo en Nicaragua, e insta encarecidamente al Gobierno nicaragüense a implementar las recomendaciones emitidas por la comisión el pasado 21 de mayo.
Pero hoy no existe un desafío mayor que el desmantelamiento a gran escala de la democracia y el desgarrador desastre humanitario de Venezuela. Aunque Estados Unidos celebra la liberación de la familia Holt injustamente encarcelada, nuestra política hacia Venezuela se mantiene incambiada. Los Estados Unidos se mantiene firme en su apoyo del pueblo venezolano y de sus esfuerzos por restaurar la democracia. Los esfuerzos del régimen de Maduro por avanzar hacia un gobierno inconstitucional y sus abusos contra los derechos humanos son ahora bien conocidos por todos. Todas estas acciones tienen como resultado, entre otras consecuencias negativas, una inconstitucional alteración del orden constitucional de Venezuela.
Dadas estas circunstancias, todos tenemos el desafío de actuar de conformidad con la Carta Democrática Interamericana, lo que ya ha comenzado a hacer este organismo.
En más de una ocasión, Venezuela ha desperdiciado oportunidades para tener el tipo de diálogo que exige la carta. Solo buscamos lo que todas las naciones de la OEA quieren para nuestros pueblos: un retorno al orden constitucional, elecciones libres y justas con observación internacional y la liberación de presos políticos. La negativa del régimen a tomar medidas significativas sobre estos temas ha demostrado una inconfundible mala fe y ha agotado las opciones para el diálogo en las condiciones actuales.
Hace apenas dos semanas, el Gobierno venezolano organizó unas falsas elecciones que no ofrecían opciones reales al pueblo venezolano y sus electores. Muchos de ellos respondieron con sensatez simplemente quedándose en casa.
Por todas estas razones, el mes pasado el Vicepresidente Pence desafió a los estados miembros a hacer lo que la Carta Democrática nos pide cuando enfrentemos un trastorno inconstitucional en el orden democrático de un estado miembro: suspender a Venezuela de este organismo.
Esa suspensión no es un objetivo en sí misma. Pero demuestra que la OEA respalda sus palabras con acción. Y envía una poderosa señal al régimen de Maduro: Solo elecciones verdaderas permitirán a su gobierno ser incluido en la familia de las naciones.
Además de la suspensión, hago un llamamiento a los estados miembros para que apliquen presión adicional al régimen de Maduro, incluyendo sanciones y un mayor aislamiento diplomático, hasta que emprenda las acciones necesarias para devolver a su pueblo una democracia genuina y proporcionarle la ayuda humanitaria internacional que tan desesperadamente necesita.
Hacemos un llamamiento a todas las naciones de la OEA para que hagan esto hoy con respecto a Venezuela, y en el futuro, dondequiera que sea necesario, para el bien de la región y del mundo. Gracias. (Aplausos.)
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